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lunes, 6 de octubre de 2014

Es lunes por la tarde. Un lunes envuelto en nubes confusas que tapan y destapan el sol muy a su antojo como consecuencia de la cadena de lluvias de este finde. Yo estoy cansada, como de costumbre, porque es lunes...y me tengo que volver a amoldar a los horarios.
 Recibí una combinación muy catastrófica en este comienzo de la semana, y es que mi pelo no está muy lacio ni muy desenredado, mi cintura no tiene la medida que me gustaría, las ojeras invaden mi cara y la falta de ropa nueva afecta a mi lado más femenino. Este momento califica como uno de esos en el que mi aspecto podría ser borrado y reconstruído bajo mi consentimiento sin ningún problema, porque no tengo ni buenas piernas, ni voluntad para bajar de peso, ni la cara con los mejores rasgos y gran parte de la ropa no me calza como lo esperaría. Me siento una crota, despojada por mis propias prendas que una a una se van como deshaciendo. Tengo una urgencia muy de mina y eso me afecta en dos momentos cruciales y muy rutinarios: cuando me veo al espejo y cuando abro mi placard.
Creo no estar muy de acuerdo con estereotipos de belleza, pero creo que crecí muy codeada de imágenes y condicionamientos...y prejudicios que yo misma adjudiqué como propios durante mucho tiempo. Hay un ideal de belleza que no termina de cerrar ni de ser logrado porque hay mucho que arreglar y pocos recursos para hacerlo. Es más, en determinados casos hay cosas que ni siquiera se pueden cambiar, sólo tapar, cubrir, disimular, y yo no me siento bien tapando nada, porque a todos y a todas nos gustaría tener el amor propio suficiente como para ponerse una remera corta, marcada o escotada y sentir que la calzan perfectamente. Muchos de nosotros nos sentiríamos mejor al ver que no se precisa de muchísima selección y de detallismo para sentirse plena o pleno al ponerse un jean. 
Es lunes...está todo tan desprolijo como mi cara, mi pelo y mi cuerpo. Después de ver fotos en tumblr de pibas con un orto dimensionalmente hermoso, de tetas perfectamente firmes, de labios carnosos, de ropa que les queda pintada, no sé qué creer de mi propio ideal de belleza, ni de lo que quiero conseguir, ni por qué tendría que fastidiarme, sea a gran o pequeña escala, ver mujeres tan esbeltas y, al hacerlo, compararlas con mis desórdenes estéticos. 

5 comentarios:

  1. Crecemos bombardeados por ese ideal de belleza sin darnos cuenta, y a la hora de sacárnoslo de la cabeza es demasiado tarde. Comparto lo que sentís, a veces ni sé lo que quiero pero no puedo evitar compararme. Es un hábito horrible y compulsivo. Si sirve de consuelo, hay mucha más gente imperfecta que "estéticamente perfecta" dando vueltas por el mundo, seguramente.
    Abrazo!

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  2. Lo importante es que vos tenés la misma capacidad de amar que esas chicas a las cual admirás en Instagram. Te das cuenta de esto cuando encontrás a la persona que te acepta como sos. La estética solo sirve para aparentar, no realza emociones ni pensamientos. Tu belleza puede ser superior a la de esas chicas que solo sirven para calentar a hombres excitados. Beso.

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    1. Sí, no dudo de mi capacidad de amar, pasa más bien por una cuestión superficial, que trasciende cuánto pueda "calentar pibes" (que no me interesa porque estoy de novia y sólo me interesa parecerle linda a él). Pasa por gustarme a mí misma exteriormente hablando. Todos necesitamos un poco de eso, no en gran cantidad, pero en pequeña medida hace bien.

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  3. Tu inteligencia y tu personalidad, Malena, te hacen hermosa. Y no hablo de "hermosa por dentro", hablo del mismo significado de belleza que hablás vos. Te juro que esas dos cualidades te vuelven BELLA a los ojos. Y vos tenés de sobra

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  4. Me describiste en este estado lleno de ojeras, de cintura de cm de mas y con el pelo totalmente asqueroso y sin el culo tremendamente increible.
    Yo ya me resigne, la maternidad me asesino la panza!

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Cansada de remar donde no hay agua.