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jueves, 26 de agosto de 2010

Frágil, neurótica.

Quiero llorar, y no puedo. Quiero dormir profundamente, por horas, y no tengo sueño. Quiero gritar, pero me reatarían. Quiero romper algunas cosas, pero me retarían de nuevo. Quiero parar el tiempo para hacer con este mundo lo que me plasca, pero eso es imposible.
Imposible es poder verse liberada de los males y de las penas, de las preocupaciones y de las inseguridades. Imposible es poder pedirle a mi cabeza que deje de pensar tantas cosas, y termine estallando. Imposible es poder sentirse confiada cuando sos yo. Imposible es verte al espejo sin encontrar una imperfección. Imposible es no mandarse cagada tras cagada. Imposible es dejar de ser yo, esto que soy: una bipolar. Que cuando quiere es fría, que se siente tocada por todo, que depende extremadamente de la gente, que necesita y que sueña cosas imposibles. Imposible es, es totalmente imposible sobrevivir en el intento de tratar de dejar atrás cada inquietud, cada duda, cada preocupación. Imposible es dejar de exigirme. Imposible es dejar atrás el deseo de lastimarme.
Hoy me siento vacía. Siento que no tengo nada adentro. Siento que me falta algo. No me salen las lágrimas, sólo sé poner cara de cansada o mentir con una sonrisa. Me siento de piedra. Siento que hiero y no mido nada. Siento que no soy lo mismo sin los filos. 
Me siento bien y mal a la vez. Así, literalmente. Bien y mal. Harta, cansada y extasiada. Me siento así de bien, así de alegre, así de triste, así de mal. Así sin ganas de nada. Así con ganas de poder llorar. Así, con unas profundas ganas de que el equilibrio exista. Así con ganas de modificar, anular, borrar y bloquear cosas. Así, tan bipolar, sin cambiar ni un poco cada aspecto de mí en estas semanas.
Por que estoy bien pero por dentro hay algo que me está consumiendo, y que no para de hacerlo. Aunque exista un chico que me llene de cumplidos, aunque existan amigos que hagan locuras, aunque existan padres que malcrían con boludeces materiales, aunque pueda ver a una psicóloga. Para mí no hay remedio, antídoto, diagnóstico. No existe persona que extirpe este sensación de ahogo. 
Siento que me asfixia respirar este aire. Siento que estando feliz me estoy confiando demasiado. Siento que no puedo. Simplemente no puedo llenar el vacío, el dolor, la necesidad, el odio por mí misma que tengo.
Sé que estoy fallándole a la gente. Siento que ya no están como lo solían estar.
Y podría confirmarmelo a mí misma, sin tener pruebas... podría decir que algunos están cansados de mí, de mi actitud, de mi locura y mi enfermedad. Y me duele ser una paranoica, sin pruebas, con un poco de vacío, sin lágrimas, completamente seca, pero con ganas de desagotar esta angustia tan profunda que me sofoca desde hace tiempo.
Es que ya no es lo mismo. Ya no vivo en confianza. La perdí hace mucho tiempo y nunca supe recuperarla.
Siempre creé ilusiones, y pensaba que todo estaba bien. Hasta que la paranoia, siempre presente, llega para arruinar mi confianza y mis ganas de seguir.
Quisiera decir que este trayecto es fácil, pero no lo es. Quisiera llorar desconsoladamente.
Quiero entender qué me pasa, y porqué la sensación de que todo está bien, y a la vez mal.

1 comentario:

  1. tus entradas cada vez mas linda
    sobre todo con esta estoy muy (pero MUY) identificada

    besos:)
    sole

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Cansada de remar donde no hay agua.