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martes, 27 de mayo de 2014

 Durante estas semanas estuve muy focalizada en mis motivos de ser, de estar, más precisamente en el por qué de mis pensamientos. Hice como catarsis boludas, conclusiones a medias, lloré inclusive, sintiendo como se me acumulaba todo el pánico por entender de qué se tratan mis desórdenes. Una tarde estuve muy melancólica y bastante sola con mi cabeza, venía de una noche y una madrugada súper tediosa y emocional en donde me dediqué a sentirme mal. Esa misma tarde colgué en mi cama, principalmente a cuestionar mi dependencia, o mi inestabilidad, o mi seguridad que se esfuma y al otro día es temor en su estado más puro. Al principio me acomodé en la idea más sencilla de asimilar, pensando que es culpa de la manera en la que la gente decide afectarme, pero después todo se convirtió en una cosa mucho más seria. 
 No me equivoco si digo que se trató de un pequeño proceso que hice por unos cuarenta minutos: una cosa me llevaba a la otra y así sucesivamente se iba uniendo todo. Creo que contarlo me resulta imposible, no sólo porque no tengo ganas, sino porque acomodar todas las cosas que se me fueron ocurrieron no es algo que pueda hacer, retenerlas me cuesta. Pero fue triste, como que todo se tornó exageradamente amargo, creo que la simple idea de entender que sobre pensar la vida, los detalles, las relaciones, mis acciones, mis malos hábitos y después tener el tupé de preguntarme a mí misma por qué lo hago, me desencajó mucho. No es que no es algo que no sabía anteriormente, pero suele pasar que hay muchos sucesos o momentos como de "transición" que me impulsan a hacer estas pelotudeces, me vuelven un ser más propenso al exceso de pensamiento. Y digo que son pelotudeces porque, por más intensas que me resulten en su momento, después es algo que queda en el aire, o que me hace sentir bastante imbécil y punto. Eso es lo gracioso de mi persona: todo es un drama y después deja de serlo, todo tiene relevancia pero después me río, me siento frustrada pero al otro día me convenzo de que tengo que ser optimista de todos modos. Bah, no particularmente de mí, sino que de los humanos en general.
 En síntesis y para no extenderme tanto: estoy podrida de contradecirme en todos los aspectos habidos y por haber.

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Cansada de remar donde no hay agua.