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lunes, 25 de marzo de 2013


 En un vaivén de palabras que se tergiversan como si nadie pudiese descifrar sus significados reales corren voces que marcan la memoria y la cabeza con un frío golpe lleno de nada. Porque nada es lo que tiene, porque nada es lo que hay, porque nada es lo que queda. Un hueco vacío en uno de los espacios de su mente le hace creer que mucho de lo que en algún momento pensó tener se esfumó como por arte de magia, y de la noche a la mañana, en un golpe espontáneo, en unos fugaces minutos, la distorsión recorrió sus días y los convirtió en algo más, otro motivo para sentirse miserable en sus falsas sonrisas, sus palabras sin significado y sus silencios pausados. Al pasar desvelos en noches con vicios innecesarios y una auto-represión que lo obliga a tragarse sus complejidades, su aflicción, se hunde en su almohada con la esperanza de reencontrarse con algún grato recuerdo que lo transporte a un tiempo mejor. Si bien son escasas las esperanzas de obligarse a creer esa falsa escena del pasado por unos minutos, se adentra en una ilusión que lo desubica cronológicamente al comienzo. Empieza a sentir susurros en la espalda y caricias en ella también. Algo le dice que ya no está en su cama inmerso en su exagerada decadencia, algo le indica que se encuentra más allá. Ahora que toma consciencia  la mente le juega una mala pasada de todas maneras, y empieza casi a pensar que no es mentira el contacto de sus dedos en su nuca, que empiezan a dibujar garabatos a lo largo del pelo y de la cabeza. Se relaja como si jamás hubiese pasado nada, como si sus circunstancias actuales no fuesen alarmantes, como si todo estuviese en una absoluta calma. En sus ojos cansados se ven señales de agotamiento, de necesidad, de gritos, de que el tiempo le pasó por encima. En la misma fantasía en la que ahora está sumergido, cierra los ojos, pretendiendo dormirse con la dulce sensación de saber que hay alguien detrás suyo que lo protege y que, finalmente, no lo va a lastimar. Reconstruye una resumida imagen de la innumerable cantidad de pasos erróneos que ha dado en éstos últimos tiempos, recuerda entonces una mañana en la que todo comenzó a caerse a pedazos de una manera muy imprevista, e inoportunamente esa corta y ficticia sensación de confort que lo abrazaba delicadamente se va corriendo y la desplaza lo que en la actualidad estaba viviendo: los celos que le quemaban el cerebro, la desesperación de una etapa que jamás se cierra en su vida, en una atadura demasiado gruesa como para romper, un puñado de mentiras del cual nadie le advirtió, la desaparición de muchas personas que parecían estar allí sin importar la infinidad de problemas que él tuviera, su confianza traicionada, sus dramas nocturnos y el amor, el amor que casi lo llegaba a matar, a despedazar. Él también estaba cometiendo errores, sabía que no estaba tomando un buen camino. Sus torpezas lo llevaron a cavar su propia fosa, y casi sin que se de cuenta, ahí estaba de nuevo…despierto, mirando la oscuridad que se pegaba en su habitación.

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Cansada de remar donde no hay agua.