.


domingo, 25 de noviembre de 2012


Días...ellos pueden pasar, pero yo sigo acá. Clavada, estancada. Como si todo siguiese y yo no pudiese mover mis pies, como si el movilizarme fuese algo que no recuerdo. Mi cabeza sólo trae pensamientos, se focaliza en la angustia y el vacío, y después el resto...el resto no existe. Muchos continuaron, muchos sólo saben mover la cabeza como si estuvieran entendiendo la situación de la que les hablo. Pero no. 
  Siento que nadie comprende, que vos tampoco. Lo que fue ayer pasó volando por tu cabeza y estás listo para minimizarme totalmente. Yo...¿sabés en dónde me encuentro? En el mismo lugar en el que empecé, sólo que con unos problemas más, con una angustia más intensa con la cual cargar. Nada que vos no conozcas, quizás, pero todo lo que preferís ignorar y que probablemente estés ignorando en este momento. 
 No quiero una fórmula, quiero bien estar, quiero despejar. No tengo ganas de sentir que la rutina me ata y que vos también lo hacés. Estas cosas no son de aquellas que puedo evadir, que puedo dejar escondidas en un rincón e ignorarlas. Estas cosas viven a la luz y no pueden alejarse de ella. Me mantienen alerta y desatenta a la vez. 
 Soy un manojo de nada, de vacío. Tengo un gran agujero dentro mío, hasta llega a provocarme dolor físico, o una sensación física que es sumamente real, que es un claro indicio de que lo que creo es verdad: estoy vacía porque no tengo, no tengo porque no alcanzo. No te alcanzo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cansada de remar donde no hay agua.