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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Una de las pocas cosas buenas que puedo rescatar de este día, increíblemente, es que me fué bien en el dentista. Sí, yo también estoy sorprendida.
No puedo creer que mis muelas estén bien y encastren unas con las otras. O sea, me dijo "Bien, mejoraste", y me salió una sonrisa de oreja a oreja. Já, lo sé, soy muy idiota. Pero si tenía la oportunidad de sonreír, entonces tenía que aprovecharla y no cagarme el día más de lo que había estado. Y salí de ahí con la felicitación de mi odontólogo y mi viejo. Caminé orgullosa de mí misma (me sorprendí de nuevo). Y así estuve hasta que me acordé de todo lo que pasé por ese día y me largué a llorar.
Ay, qué facilidad para cagar los buenos momentos. La cagué. Pero bueno, no sé.
Ahora, más allá de que pasé un día medio mierda, estoy loca. En serio. 
Y ahí me acuerdo que como que soy un poco bipolar, y, nada, soy rara. Entonces ahora me podés leer y sentir que estoy bien, pero hace una hora estaba muy mal, escuchando una y otras vez Shine on de Jet. Es que me sentí tan identificada con la letra. Que era necesario reproducirla una y otra y otra vez en el Ares. 
Ya sé, no tengo nada para contar, o millones de cosas y no las digo, y ahora digo pelotudeces.
Díganme, ¿por qué les cuento como me fué en el dentista? Quizás porque es lo único rescatable del día, ¿no?

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Cansada de remar donde no hay agua.