.


lunes, 4 de octubre de 2010

Respuesta.

Vacío, y no sabés qué te falta, o qué le falta. No sabés a donde vás, a donde querés ir. No sabés si querés esto, o lo otro. No sabés si ir o no. No sabés como actuar. No sabés vencer los miedos. Sentís que no podés encarar la situación. Quebrás si del otro lado vés que falta algo. La paranoia te consume de vez en cuando. Hay algo que dejaste pendiente y no sabés qué. Hay algo que necesitás y no sabés como pedir por él. Querés, pero no sabés. Y es así una eterna confusión. Así, ya ni sabés qué preferís. No sabés qué es correcto. Tu miedo es tu compañía. Las ganas de gritar y dejar cada duda atrás es enorme. 
Atrás de cada pregunta está la respuesta, tu respuesta, y acompañada a cada respuesta, existe tu miedo. Esa duda que no la arrancás de tu cabeza. Ese vértigo por vivir la vida. Esa inseguridad dentro que sólo te hace desconfiar de vos mismo. Esas ganas de decir sí, pero a la vez no. Ese miedo al futuro, que te carcome la cabeza. Esa espera del resto, tanto como tuya. 
Sabés que falta la certeza de tu decisión, y que todos la están dando por perdida. Te dejaron lleno de dudas. Hay algo que te impide abrir la boca. 
Siempre presente tu incomodidad, tu miedo, tu desconfianza, tu paranoia, tu inseguridad. Siempre presente la espera, la impaciencia, las ganas, la necesidad. 
Vás allá, o para acá. Siempre vá a depender de vos. Y el miedo es ese: saber que queda en tus manos esa elección, es algo que te llena de dudas.
Tu vida es rodeada por preguntas. Tus elecciones son preguntas sin respuesta. Todo inconcluso. La deuda más grande: darle a todos la respuesta. 
Y del otro lado no sabés que hay, ni quién está. No sabés. 
Quizás, ya ni sabés qué sentís. Entonces, luchar por la respuesta es mucho más difícil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cansada de remar donde no hay agua.