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sábado, 7 de agosto de 2010

Está el que no distingue el bien del mal. Está el que es feliz y optimista por sobre todas las cosas. Está el que vive encerrado y reprimido, el que vive a base de sueños y fantasías. Están los superficiales, y aquellos que saben ver lo bueno que hay por dentro en las personas. Está el desconfiado y paranoico, el inseguro, el que vive lleno de ataduras. El que vive despreocupado. Está el que ama y es amado, el que odia y es odiado. Está el que se odia y distorsiona su imagen. Está el que engaña a todos con una cara, pero, que en realidad, es otra cosa. Está quien se calla y nada lo dice. Está el solitario despechado. Está el ser libre lleno de locura. Está el equilibrado. Existe el demente sin destino. Está el egocéntrico que sólo piensa en sí mismo, y el que piensa en todos, y termina mal por no haberse preocupado lo suficiente por sus sentimientos. Está el mentiroso. Está el duro por fuera y sensible por dentro. 
Así como hay que sabe quien es, como es, a donde va y que quiere, hay gente que no tiene ni la más mínima idea de qué necesita, qué siente, y por qué todo es como es. Ese es el desorientado, el que no encuentra su camino. Que siente que no encaja en ningún lado. Está aquel que quiere quererse y asegurarse de que las cosas van a salir como se esperan. El que necesita cerciorarse de que la vida va a sonreírle en algún momento. 
Hay tanta variedad de gente, pero tan pocos que realmente sean puros, sinceros. Hay poca gente transparente. Poca gente comprensiva, que te dé siempre una mano. Poca gente que pueda sacarte de la angustia. Pocos son los que pueden remediarnos. Pocos los que están por más locura que haya dentro tuyo puedan entenderte. 
Hoy razono un poco, y me doy cuenta de los pocos que me sacan de esa angustia que me agarra de vez en cuando. De esas ganas de dejar todo, renunciar, y perderme en mis locuras. Pocos logran hacerme bien. Pocos saben qué palabras me contienen y como me pueden sacar una sonrisa. Hoy sé que pocos se dan cuenta cuando tengo algo que decir pero me callo. Pocos saben que tengo mucho dolor interno. Hay pocos que me entienden realmente. Y la verdad es que esta vida sin ellos sería la nada misma.

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Cansada de remar donde no hay agua.