.


miércoles, 7 de julio de 2010

El amor es sorpresivo. Llega en los momentos menos esperados,  tarda en llegar, se va rápido, tarda en irse, nunca llega, confunde... hace que nos perdamos en nuestros propios sentimientos. Nos cambia a nosotros, nuestra forma de ver las cosas. Cambia por completo al resto, hace que todos vean a uno diferente. El amor es o no es, el amor está o no. Nos enreda, nos ilusiona, nos ata, nos lastima, nos hace felices. 
El amor es eso que no se puede convatir con nada. El amor da todo y nada a la vez. Es eso que llega sin aviso, que elige a cualquiera. Es ciego, es difícil de descifrar. Deja huellas siempre, en todos lados. Toca hasta al más duro, o al más débil. El amor siempre está presente, de distintas formas, pero siempre está. Nos convierte, nos transforma, nos debilita, nos llena, nos emociona, nos hace sufrir. 
El amor quiebra cuando del otro lado falta, quiebra cuando desilusiona, quiebra cuando algo termina, o cuando simplemente, nada nunca pasó. El amor es firme, no cae. Sólo cae el que termina desilusionado o simplemente, como dije anteriormente, del otro lado no se siente nada.
Destruye, debilita, ilusiona, alegra, emociona. Hace todo de uno, saca eso que nunca salió de uno. 
El amor es pasado, presente, futuro. No tiene tiempos, ni límites. Es aquello que sensibiliza el alma. 
El amor consume, llega, se va, vuelve, da vueltas. Nos enreda en su "juego". El amor es aquello que uno siente cuando es necesario sentir. No hay medidas, ni edad, ni tiempo, ni límites para sentirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cansada de remar donde no hay agua.