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jueves, 31 de julio de 2014

 Retengo en mi mente mis incontables defectos, y aún sigo intentando corroborar qué otras fallas el mundo ve en mí que yo no logro notar con claridad. Sé que nunca llegué a reconocer todos mis malos hábitos, pero encontré, entre tanto enredo mental más de un soporte...cuatro soportes que, hoy por hoy, me resultan lo más sincero y dulce que hay. Es de ese grupo de amigas que resulta ser prioridad número uno durante cada viernes, ese que distiende mis disparatadas ideas y las posiciona en un lugar más racional, ese conjunto de gente con la que experimenté, con la que viví transiciones de la vida, ya sea por amor, por familia, por mambos personales. Se trata de algo más que algunos nombres, sino de los seres que, entre tantas amistades pasajeras, persisten semana a semana, a través de cada mensaje, cada fin de semana, cada espacio que nos dejamos libre para vernos, cada llamado, cada estupidez que estamos dispuestas a compartirnos las unas a las otras pero no al resto del mundo.
Estoy segura de que la fuerza del tiempo no derriba afectos, si éstos son consistentes, si son mutuos, si se corresponden, y nosotras, indudablemente, nos correspondemos como amigas. Confirmo esa certeza en cada ocasión en la que me acuerdo de cuántas horas hablé por teléfono con algunas, cuántas tonterías nos generaron ataques de risa, cuántos diálogos de reflexión hubieron en este lapso  de tiempo, la urgencia con la que debíamos hacernos saber las cosas, los gritos de resentimiento que nos permitimos soltar en ocasiones, los intercambios de pensamientos que aparentaban ser eternos, los primeros cigarrillos que nos fumamos clandestinamente, las madrugadas en el balcón, el café, el truco, los juegos de mesa, el chinchón, los porros, las sopas, la vuelta a casa juntas, la manera de cambiarnos los puntos de vista. Puede ser más que eso lo que me haga entender día a día de qué se trata ésta persistencia con la que mantenemos lo que tenemos, y lo conservamos siempre que tenemos la oportunidad. 
 Todo lo que nos conforma como unión, es aquello que, si bien mutó, cambió, se intensificó, es una realidad y me gratifica que exista...siempre. Por eso hoy quise hablar de los seres que conforman mi rutina, gracias a las vueltas de la vida, y hacen de ésta algo más liviano, más llevadero, al igual que todos los dramas que se me interponen. 
Gracias al tiempo que fue, el que vivimos juntas, el que seguirá, y espero, se prolongue.

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Cansada de remar donde no hay agua.