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jueves, 26 de diciembre de 2013

" Era una proyección, referida a lo cotidiano, a lo que puede suceder, a lo que no estan improbable pero se ve a dos pasos de lo imposible. El camino para desbloquearla y realizarla concretamente constaba de más de mil pasos quizás...
 Pero uno no pierde siempre las esperanzas. El ser humano es lo suficientemente ingenuo como para creerse sus vanidades, sus estupideces, sus ficciones, o fiarse de su buena suerte como si las nubes negras no pudieran caer arriba de sus cabezas. Es sencillo que idealice y a partir de ahí la conquista de lo real sea concisa. Nadie imagina los obstáculos, hasta que se logra obstaculizar uno mismo con sus únicos beneficios y prejuicios, hasta que denota más los relieves que causan los hechos a lo que queda plantado en la imaginación. Pero un ser humano no es un ser humano hasta que es tonto, transparente e ingenuo frente a algunas situaciones. Nadie puede vivir de lo sencillo...
 Me justifiqué lo suficiente como para contar que mi fantasía bordeaba lo inesperado. Puede que sea de esas personas que ocultan a los protagonistas de sus deseos o sus pequeñas proyecciones, y a la vez, sin darme cuenta, me es sencillo agudizar las sensaciones frente al mundo. Mis tonterías estaban sistemáticamente organizadas, todas dependían de mi estabilidad amorosa o mi depresión crónica. Contemplaba matices y diversidades que variaban de un día al otro. Algunas, se quedaban muchos días, luego desaparecían, otras podían durar meses hasta su realización o la desintegración gracias a algún factor externo, otras podían ser tan efímeras como para durar una noche. Uno nunca sabe cuándo se funden las expectativas propias, cuando se colman hasta que los ojos quedan abiertísimos frente a lo original. Por eso, la cuestión de quién pertenece a mis sueños es algo demasiado variable como para dar nombres constantemente. Necesito certezas, sin ellas, el protagonista es un anónimo más. Aunque persiste por la interés que genera, claro...sino, ni existiría en mi consciencia.
 Puede partir de la necesidad concreta de que preciso sueños para dormir,  que necesito calmantes en forma de ficción para escapar de lo estremecedor...no sólo se trata de interés. Aún así...
 Pensaba que se despertaba entre tanta pobreza física, y abría los ojos para mirarme. O que aparecía en un apartamento similar a algunos en los que he estado en mi vida y lo adquiría como su hogar. Que mis penumbras eran sus preocupaciones y que le interesaba más pasar un anochecer frente a un río antes que pertenecer a sus cosas cotidianas. Creía en lo increíble, cuando existían viajes largos de por medio, o noches demasiado complicadas de consolidar considerándome. Aparecía en el medio de la noche, mojado por la lluvia, y luego terminaba estando en mi comedor, explicándome cosas, haciéndome reír. O que se sentaba en un árbol, tomaba un trago de agua y mágicamente coincidíamos en varias cosas las cuales nos hacían sentirnos plácidos sin agobiarnos por los silencios incómodos. Persistente en mi imaginación, no perdía la consciencia. Sueños platónicos existen en uno, son pequeños brillos que giran entorno a una ruptura interior, o una necesidad tonta, la cual, quizá con el tiempo, se disuelve. No me borraba sensaciones de la cabeza, porque hacía de cuenta que estaban dentro del contexto de mis irrealidades. Sabía sobre la línea que separaba la mentira de la verdad, pero muchas veces disfrutaba mantenerme de cierto lado de la línea y ya. No me arruinaba, aunque en algunas ocasiones sí: '¿De qué sirve alimentarse de tanta ficción?' Pero, naturalmente, no sé qué seríamos sin expectativas. "

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Cansada de remar donde no hay agua.