.


jueves, 21 de febrero de 2013

 Enganchada en un estado de negación que se derrumba cuando un rostro familiar visita mis ojos y mi cabeza. Los encuentros imprevistos no son más que el sinónimo de sensaciones impredecibles; el miedo a chocar, al retroceso, a ese que tal vez no pueda evitar porque al tiempo no lo lleva nadie, más bien, nos lleva a nosotros y yo no escojo cómo resultan las cosas después de un "choque". El tiempo y los miedos nos llevan, en una constante lucha por demostrarnos quiénes son más fuertes: si ellos o nosotros. Si los sucesos que pegan fuerte espontáneamente, o si nuestra capacidad y voluntad de seguir adelante más allá de todo. Bueno, yo sostengo la teoría de que somos nuestras mayores trabas usualmente, pero los temores y el tiempo, sobre todos los temores, funcionan como una barrera enorme, gigante que nos ahoga.

 Ante un confuso paso se me corta la respiración, no sé exactamente porqué, pero los nervios viven en ocasiones muy tontas, aparecen inoportunamente sin que los vea adentrarse a mí. Para ese entonces no hay vuelta atrás, y si tengo que enfrentarme a ellos, el aliento se me va. A veces suena hasta absurdo que puedo pelear contra ellos, porque cuando te entorpecen ese termina siendo tu estado temporal y lo que vive en vos mismo no lo podés extirpar hasta que aprendés un poco a conocerte en esa situación. Es sencillo: uno aprende a superar los diversos acontecimientos cuando se conoce un poco. Relucís aspectos tuyos, conocés. Pero eso no es algo que el tiempo determina, es algo que, más bien, yo misma puedo solucionar sin depender del correr de los días y las semanas. Aún así...los miedos pueden determinarme en mis intentos, pueden trabarme, frustrarme, volverme loca...y después no sé qué más queda. Siempre se estima que los intentos sigan siendo intentos y no dejen de existir hasta que algo se logre, pero...qué sé yo cuando ellos avanzan y todo deja de ser sólo un intento, ganas o un sueño. Nada se puede limitar a tratar, yo no puedo permitirme hacerlo y termino cometiendo el error de ni esforzarme.

2 comentarios:

  1. Los encuentros imprevistos no son más que el sinónimo de sensaciones impredecibles
    Genial.

    ResponderEliminar
  2. Nosotros somos nuestras mayores trabas. Y saberlo, en el fondo, nos mata.
    Muy buen texto che :3

    ResponderEliminar

Cansada de remar donde no hay agua.