I'm not living, I'm just killing time.

Está esa gente realmente realista que prefiere no soñar con cosas casi imposibles, y otras, como yo, que no pueden evitar escuchar una palabra y volar hasta las nubes creándose una historia. 
Sinceramente, no, no elijo ser así. No me gusta, y a la vez sí. Trae consecuencias. 
Yo creo que para el que se ilusiona en exceso, en el momento de enfrentar la realidad, todo se torna complicado. 
Por mi parte, pasa justamente eso. Es demasiado fácil ilusionarme, no sé bien porqué. Es como si ya estuviera incorporado en mí desde siempre. Es cuestión de decirme un par de palabras y ahí mi cabeza puede estar un día entero imaginándose posibles sucesos. Y eso, sinceramente, es una lastima. Aunque ahí me avivo de mi capacidad para imaginar, y de la creatividad que puedo tener si mi ilusión es muy grande. Pero, como ya dije, todo aquel que se permite volar a las nubes, tarde o temprano baja a tierra, y lo sufre. Lo sufre más que el que vive con los pies pegados a la tierra o se eleva muy poco hasta arriba con sus fantasías.
Romper una ilusión que viene creciendo por cada minuto que pasa, es algo realmente horrible. Darse cuenta de que volamos demasiado con nuestra cabeza nos hace sentir idiotas y culpables de nuestra propia desilusión. Porque nosotros decidimos crearnos un cuento irreal en la cabeza. Bah, no sé, es algo que pienso yo. 
No sé a ustedes, pero a mí me pasa por muchas cosas. Después me decepciono de mí misma y del resto. Y me repito millones de veces que necesito un cable a la tierra, que me haga caer de las nubes antes de darme cuenta de que todo lo que pienso es mentira, o antes de que mi imaginación exagere un poco más. Pero, yo no encuentro algo que verdaderamente me conecte a la realidad. Y, sinceramente, parte de mí no quiere conectarse a la realidad.