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viernes, 5 de noviembre de 2010

Querés retroceder. Querés congelar un momento. Querés cambiar una escena. Querés ser el protagonista. Querés ser otra cosa. Querés volver, para hacer de ese momento lo que no pudo ser, o quitarle aquello que tanto mal te hizo. Querés cambiar varias cosas de tu vida. Te arrepentís. Discutís con vos mismo, porque no dejás de sentir culpa. Querés cambiar tu forma de ser. Querés ser distinto. Y te perdés en el intento. Te perdés tratando de hacer de tu vida algo bueno. Tratás de barrer los errores y quizás terminás cometiendo más. Y te sentís en el abismo. Porque fallaste en el intento de ser, de estar, de cambiar las cosas y cambiarte a vos. Le fallaste a la gente. Y no te perdonás. Sólo te arrepentís. Y repasás, analisás. Pensás en millones de cosas que faltaron, que sobraron. Pensás en lo que querés y necesitás. Pensás en todo lo que perdiste al intentarlo, y lo que ganaste. Pensás... y te dás cuenta que en la vida, si pasó, pasó como tuvo que pasar. Te dás cuenta que no existe máquina del tiempo. Te dás cuenta que si se dió un momento, lo disfrutás y sos vos mismo. Te dás cuenta de que llorar, lamentarse, no sirve. Sabés, en el fondo sabés, que sos humano, que te equivocás. Entendés que todo tiene solución.
Pero tu pensamiento, tu pesimismo, tu dolor sigue adentro. Y ahí no sabés como seguir. Te sentís atascado. Aunque sepas como es la realidad, tu mente no descansa. Te bombardea. Te lastima verte, sentirte así. 
Te fallás.
Y en el medio del camino te trabás. Te cuesta salir. Te cuesta seguir.

1 comentario:

  1. me gusto el texto, con ese tono argentino que tanto me gusta...!:)
    y la foto...la foto es genial!
    muah

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Cansada de remar donde no hay agua.