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miércoles, 14 de julio de 2010

Dependo.

No quiero decirte que te amo, tampoco que no sos nada. No quiero alejarte de mi vida, pero tampoco aferrarme a vos. No quiero convertir esta historia en un delirio de mis sueños. No quiero hacerte creer que soy una incoherente: la realidad es esa, no quiero que sepas la realidad del asunto. No quiero que te vayas, ni que me dejes. Quiero que perdure, pero que no lastime. Quiero que mis sueños se basen en vos.
Vos, la cura, la melancolía. Eso que me ahoga, y no sé por qué. Algo que me ata, que me consume. Algo de lo que dependo. Una droga desconocida por todos. Una adicción.
No es amor, no es obsesión, no es atracción, simplemente está entre la obsesión y la atracción. Siempre, siempre entre medio, nunca algo definido, nunca algo concreto... ¿qué más se puede esperar de mí?
Una historia, un camino, un destino que no se define, que está en la indecisión total, que vive bloqueándose.
La realidad es que soy frágil. Una realidad totalmente real, muy lamentable, pero real (lo único concreto: mi fragilidad) . Y no entiendo por qué soy así: tan sensible... y cuando digo "tan" no exagero, no soy extremista. Es que me aferro fácil a los afectos, a la gente, y quiero quedarme ahí, con esas personas, quiero que me hablen, que no dejen de hacerlo, que no rompan la única rutina que me entretiene, que me gusta. Ellos me llenan, me alegran o me debilitan. Simplemente son personas... ¡seres humanos! Sigo sin entender qué poder tienen sobre mí, por que, no soy especies sobrenaturales, no son extraterrestres, no son brujos... son, nada más ni nada menos que personas, como yo, como la ex vecina loca, que parecía originaria de alguna otra dimensión (realmente era demasiado loca), como todos. Pero algo logran, o yo lo logro; sí, definitivamente, tengo esa debilidad a la gente, a la buena onda de la gente, que no se combate con nada.
¿Qué más complicado que entenderse a sí mismo? 
Todo da vueltas, todo es una completa indecisión. 
Dependo, dependo de la gente, de todo lo que está a mi al rededor. Dependo de él, de mí, de todo. Dependo del ambiente, de la situación, del problema, de la solución, del comentario, del gesto. Simplemente dependo. Yo dependo. Por eso tanta sensibilidad: mi evidente dependencia. Me apego a la gente, y cuando se aleja, se va, o, simplemente, no está presente por un día, me afecta.

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Cansada de remar donde no hay agua.