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sábado, 27 de marzo de 2010

Poco queda de su vida, de su cielo, de su aliento, de su Sol y de su Luna, de sus sueños, y de su corazón. Aún necesita acabar, necesita asegurarse de que sus cenizas se las lleve el viento, que nadie se dé cuenta de nada.
Sólo es un leve el dolor físico, eterno el dolor del alma, que la sofocará toda su vida.

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Cansada de remar donde no hay agua.