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miércoles, 25 de noviembre de 2009


El tiempo se vá lentamente para los que esperan... ¿Pero se vá adónde? ¿Qué hará el tiempo con nosotros? ¿Qué hará el tiempo con nuestro futuro? ¿El futuro nos traerá amor y felicidad, o soledad y tristeza? ¿El futuro nos llevará por un camino o por otro? ¿Nuestra alma logrará salvarse o será corrompida? Luchar por lo sueños ¿tiene sentido? ¿El futuro romperá nuestros sueños como a un cristal? ¿El futuro nos cobrará nuestros crimenes o el futuro nos dará la oportunidad de redimirnos? ¿Habrá el merecido final felíz? ¿Habrá desolación y tristeza? ¿Triunfará el bien? ¿Triungará el mal?

El tiempo se vá lentamente... ¿Hacia dónde?

Sacamos fotos para congelar el tiempo, para que no se valla... pero el tiempo se vá lentamente. Nos encantan las fotos, nos encanta el tiempo congelado. A quién no le gustaria una foto del futuro ¿no? El futuro que imaginamos, nuestros deceos, son ensayos del futuro; nuestro deceos son... fotos del futuro.

A veces, el futuro nos hace un guiño, nos deja espiarlo, robarle una foto, como si fueramos paparazzis del destino. Es más fácil pensar que hay un destino escrito, que simplemente avanzamos hacia nuestro destino, pero el futuro es volátil, una simple decisión, y todo cambia... Un error, un traspié, una acción, una omisión y las fotos del futuro cambian.

Las fotos del futuro son imprecisas. El pasado no se puede cambiar, el presente está ocurriendo, pero el futuro... el futuro cambia cada instante.

Queremos correr contra el tiempo, anticiparnos, detenerlo, pero es una perdida de tiempo ¿no?

Lo que hacemos vá moldeando el futuro. Un segundo antes, y tenés un final felíz; un segundo después, y todo cambia.

El futuro es una foto que cambia constantemente. Al futuro no se le puede sacar fotos, porque cambia todo el tiempo. Hoy tiene una cara, mañana otra. Hoy está... y mañana no está.

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Cansada de remar donde no hay agua.